Un consumo cada vez más joven

Sobre el papel, la terapia afirmativa sigue una ruta concreta: bloqueadores de la pubertad desde el estadio del desarrollo Tanner II, marcado por la aparición del botón mamario en las niñas (8-13 años) y del aumento del volumen testicular en los niños (9-14 años); seguidos de hormonas sexuales a los 16 (testosterona en mujeres; estrógenos, progestágenos o combinaciones de ambos, acompañados de inhibidores de testosterona en hombres); y cirugías a partir de los 18, con la excepción de la mastectomía, que podría hacerse a partir de los 16.

Había oído que en otros países sí recetaban hormonas sexuales a adolescentes de 14 años (el documental Trans Exprés mostró que pasa en Quebec), pero no sabía que acá también se hacía. Según los datos de las farmacias de Cataluña, en 2023 se recetaron 980 unidades de andrógenos a chicas de 14 o 15 años. En 2012 solo vendieron 2 para ese grupo de edad. Como siempre, el modelo de atención nos da una pista de por qué puede estar pasando esto:

De forma general, el momento adecuado de inicio de esta pauta hormonal se debe individualizar de acuerdo con las preferencias del o la joven trans y sus progenitores o
tutores legales y de acuerdo con las recomendaciones del clínico responsable del tratamiento (ej: en relación con el ritmo de desarrollo puberal del o la joven trans). En todo caso, se debe mirar que no se supere el margen alto de la normalidad del desarrollo puberal: 12-14 años para las niñas trans y 13-15 años para los niños trans.

A la vista de estos números creo que deberíamos prestar más atención al uso de hormonas sexuales, también en mayores de edad. Aunque los efectos de los bloqueadores seguramente son más graves por la edad a la que se toman, todo apunta a que el consumo de hormonas sexuales entre los 15-16 y los 30 años está mucho más extendido.

De nuevo, antes que nada quiero aclarar que estos datos no aportan información sobre la razón por la que se recetan los fármacos ni a cuántas personas, solo se puede comparar el número de unidades vendidas. Hay motivos de sobras para asumir que el aumento del consumo se debe al aumento de la disforia de género, pero habrá que esperar a que se hagan estudios con datos clínicos para confirmarlo.

El mismo patrón

En general, las personas más jóvenes han pasado de un consumo prácticamente nulo a comprar miles de envases al año, con grandes diferencias entre los dos sexos. No he encontrado ninguna indicación, ni siquiera fuera de ficha médica, para recetar andrógenos a mujeres de 14 o 15 años. La testosterona se usa como terapia hormonal sustitutiva en la menopausia, aunque también se han detectado otros usos.

El año pasado, una investigación de la Royal Pharmaceutical Society del Reino Unido encontró que las recetas de testosterona a mujeres se han multiplicado por 10 en solo 7 años. Curiosamente, el artículo refleja la preocupación de los expertos porque las mujeres jóvenes usen testosterona por unos supuestos efectos positivos que no se han demostrado, como un mayor deseo sexual o mejoras cognitivas, pero no dice nada de su uso para tratar la disforia.

Si comparamos el consumo de testosterona en mujeres con el de hormonas feminizantes en hombres (antiandrógenos, estrógenos, progestágenos y combinaciones), vemos las diferencias que hay entre los dos sexos. De los 14 a 19 años, el mayor aumento fue el de las mujeres, mientras que de los 20 a los 39 destacan los hombres.

Es interesante ver la coincidencia entre este gráfico y el del Informe Trànsit. El consumo farmacéutico y el número de pacientes atendidos por Trànsit siguen el mismo patrón de edad y sexo.

A veces puede ser difícil comparar las diferencias de valores tan grandes. Por ejemplo, el consumo de hormonas femeninas en mujeres de 45 a 49 años aumentó en 16,572 envases desde 2012, y en las mayores de 59 bajó 136,118 envases. Aunque a primera vista puede parecer que estos dos cambios son muy diferentes, en los dos casos la variación es casi un 50%.

Si miramos solo el cambio relativo, el mayor aumento se ha dado entre las mujeres de 18 y 19 años, que en 2023 compraron un 238% más hormonas femeninas que en 2012. Son "solo" 2000 envases más, una diferencia minúscula comparada con los otros grupos de edad, pero mucho más significativa. Este aumento relativo se concentra en las mujeres de 12 a 34 años. Como dije en el otro articulo, es posible que las mujeres jóvenes estén tomando anticonceptivos orales de forma continuada para detener la regla sin recurrir a los andrógenos, una nueva forma de terapia afirmativa.

El resultado de todos estos cambios es que la media de edad ha bajado para los tres tipos de tratamientos hormonales, aunque en los últimos 3 o 4 años se ha mantenido estable, e incluso ha subido un poco. El número total de envases vendidos también bajó en 2023, pero todavía está muy lejos de la situación que había en 2012. Habrá que esperar para ver cómo evolucionan las cosas. Me cuesta imaginar que un fenómeno que está tan condicionado por la cultura, las redes sociales y otros factores se mantenga estable durante mucho tiempo.

¿Disforia de género o pubertad precoz?

En cuanto a los bloqueadores de la pubertad, el mayor cambio se ha dado en las niñas. En el grupo de 10-11 años el consumo ha bajado 213 envases desde 2012 y ha aumentado en el resto de grupos de edad, especialmente a los 8 y 9 años. Lo más probable es que las chicas de 12 a 17 años los estén tomando por la disforia, igual que los chicos de 10 a 17, pero el aumento tan grande a los 8 y 9 años podría estar solapándose con el tratamiento de la pubertad precoz.

Marta Murillo es endocrinóloga pediátrica y una de las especialistas expulsadas de la comisión de seguimiento en 2018 por presiones del transactivismo. En una entrevista, Murillo explica que la edad de inicio del estadio Tanner II en las niñas se produce a edades cada vez más tempranas. Según un estudio, la aparición del botón mamario en las mujeres se adelanta unos 3 meses cada década, lo que se ha traducido en una pubertad cada vez más temprana y prolongada, ya que la edad de la primera regla no ha avanzado. Este cambio no se ha visto en los varones.

Murillo dice que se trata de pubertad precoz cuando la fase Tanner II se produce antes de los 8 años en las niñas y de los 9 años en los niños. El problema es que hay muchos casos límite, en los que los médicos tienen en cuenta varios factores, como la altura, para decidir si recetan los bloqueadores para retrasar el inicio de la pubertad y permitir que el cuerpo se desarrolle, ya que una pubertad demasiado temprana puede tener consecuencias negativas. Es posible que haya más niñas tomando bloqueadores de la pubertad a los 8 o 9 años porque tienen pubertad precoz, pero no se puede descartar el efecto de la disforia de género. Por otro lado, el consumo también ha aumentado en chicas de 12 a 17 años, y en chicos de 10 a 17, algo que es imposible que se deba a la pubertad precoz.

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