La desinformación científica viene de muchas fuentes. Desgraciadamente, una de ellas son los propios divulgadores y periodistas cuando no hacen bien su trabajo. Es más grave cuando estas personas tienen un buen currículum y todo indica que deberíamos fiarnos de ellas, como es el caso de los periodistas especializados y comunicadores que al mismo tiempo son científicos expertos en el tema.
Voy a usar como ejemplo de periodismo científico malo este artículo de Eduardo Martínez de la Fe, publicado en El Faro de Vigo, El Periódico, Levante y algunos más. Parece que Martínez de la Fe tiene una revista de periodismo científico, Tendencias 21, y los artículos de la revista se publican en varios medios. El artículo habla de un estudio de la Universidad de Gotinga que salió en mayo del año pasado, realizado por Eleonore Pape y Nicola Ialongo.
Hay tres cosas que me molestan y que creo que son errores comunes en la comunicación/periodismo científico: tiene párrafos que son un copia y pega de la nota de prensa de la universidad, resalta las partes más llamativas del estudio y minimiza la incertidumbre.
Primero, comparemos la nota de prensa con el artículo. Si ponemos la nota de prensa en el traductor de google (algunos navegadores lo hacen automáticamente) vemos que el primer párrafo es una copia casi textual de las declaraciones de la autora del estudio.

Para ahorrar tiempo copié los dos textos en un detector de plagio. Todos los párrafos problemáticos están en la primera mitad del artículo. Podría ser casualidad, pero yo creo que es otra manera de hacerla más llamativa. Las partes copiadas son las más optimistas, mientras que las limitaciones del estudio aparecen en la segunda mitad. Por ejemplo, en la noticia hay dos frases copiadas casi literalmente, pero falta la frase del medio donde explican que los métodos tienen mucho margen de error:



La noticia se parece demasiado a la traducción automática de la nota de prensa, dejando de lado los detalles más escabrosos. Incluso la frase del primer párrafo, diciendo que las personas no binarias podrían haber sido minorías respetadas en lugar de excepciones, está copiada selectivamente para ser más optimista. En la nota de prensa, las declaraciones de Pape se matizan en el párrafo siguiente:
“Pero esta es solo una interpretación posible”, añade el Dr. Nicola Ialongo, de la Universidad de Göttingen. “En este momento, aún no podemos evaluar el impacto real, no solo debido a los márgenes de error de los métodos analíticos (por ejemplo, la osteología), sino también al sesgo de confirmación (lo que significa que las personas tienden a encontrar lo que quieren encontrar)”.
Esto es algo muy típico en la ciencia, matizar que los resultados tienen limitaciones y no deben tomarse como una verdad absoluta. Un buen artículo de periodismo científico debería respetarlo. En cambio, el tono de la noticia es que el estudio demuestra que había una minoría no binaria, aunque no sepamos el tamaño real de esa minoría.
En general, todo apunta a que Martínez de la Fe solo leyó el artículo superficialmente. No tiene nada de malo hacer una lectura superficial, yo tampoco me lo leí a fondo y no hace falta. Incluso cuando hacía investigación y solo leía estudios de temas que conocía a fondo me encontraba algunos que era imposible entender. Los propios investigadores se pasan horas y horas debatiendo sobre un solo estudio. No podemos esperar la misma dedicación para escribir una noticia, pero hay que entender los detalles clave, como las limitaciones. Los autores dicen que esos métodos permiten «identificar tendencias», pero que son «bastante ineficaces» a la hora de identificar minorías.
O el objetivo del estudio. La noticia dice que «la idea original de la investigación era demostrar la hipótesis de que el género prehistórico es binario.» Es lo contrario, Pape y Ialongo quieren unir la investigación del género en la prehistoria con los debates actuales sobre identidad de género, para demostrar que las personas no binarias no son algo reciente.
En general, este tipo de errores son muy comunes, principalmente porque la ciencia se traduce mal al periodismo. Es aburrida, técnica, siempre tiene demasiadas incertidumbres y los estudios tienen que ser (o deberían ser) precavidos. «Un estudio podría sugerir que nuestra interpretación de los roles de género en las sociedades prehistóricas es incorrecta según unos datos muy limitados que también pueden interpretarse de otra manera» es un tostón de titular comparado con «Las personas no binarias existían y eran respetadas en la prehistoria europea.» Pero siempre se pueden navegar estas dificultades intentando ser fieles a la investigación original en lugar de caer en el clickbait. Es casi poético que el titular sea «las personas no binarias existían» y la última frase diga que los datos eran «precisos, aunque no concluyentes».